lunes, 4 de agosto de 2008

Viaje al centro de la panza.


El lunes pasado jui a la guardia de un sanatorio porque me dolían las tripas y me terminaron sacando el apéndice al día siguiente y estuve internado hasta el jueves. Como este blog no es expresamente autoreferencial voy a contar dos de las tantas historias que me acercó alguna de las personas que acudió en mi visita. (qué tono asqueroso que tiene este párrafo) Luego si se me canta el 5to forro de las pelotas pondré algunos high & lows del trance.

La historia cuenta que en Corrientes a un tipo le dolía mucho la panza y cuando va al hospital le diagnostican apendicitis. El médico que lo operaba era conocido de la familia del enfermo por lo que recibe el pedido de guardar la tripa extirpada en hielo para que el operado la vea en buen estado y decida qué hacer con ella. Experto pescador y ya recuperado, resuelve que esa porción de naturaleza debe volver a la naturaleza, pero obteniendo algo a cambio. Si la vida le sacaba algo, él le iba a sacar algo a la vida, por lo que guarda el apéndice en un recipiente de telgopor que otrora guardó 8 cassatas de una mediocre heladería local, hasta que un sábado a la mañana agarra las cosas de pesca, saca la tripa del freezer (esta frase se puede aplicar también a alguien que hace mucho que no tiene secso y se apresta a hacerlo) y sale para el río. Llega al muelle y luego de ofrendar una oración al río en guaraní (perdón Saer), corta su tripa en 6 pedazos ahí nomás contra el cemento del muelle y encarna 2 trozos en la brazolada. Tira la línea y espera. Al tiempo siente grandes tirones y luego de luchar con una fuerza viva invisible tras el telón barroso del Paraná saca del río un Surubí de 19 kilos que bautiza Ricardo en honor a su padre. Vuelve a tirar la caña y al tiempo recolecta de tan importante arteria acuosa suramericana un dorado de 9 kilos, al que cuando le saca el anzuelo le dice al oído: “a vos te voy a llamar Jeremy como el tema de Pearl Jam”

Ese domingo crepitaron las parrillas en la casa de estas gentes, y parientes y vecinos se chuparon los dedos y libaron vino y bailaron al ritmo de Pastor Luna y Tránsito Cocomarola hasta que no quedó nada de los peces en cuestión.

Hoy este muchacho tiene una empresa de miniturismo con la que lleva a extranjeros y porteños a pescar por la zona, en sociedad con el médico que lo operó aquella vez. Los que saben dicen que si vas con él algo te traés. Que tiene un pacto con el río o algo así pero siempre algo te traés en el anzuelo.


La otra historia que le da a este post un carácter de “Cuentos Asombrosos” berreta (Serie ochentosa que alquilaba con Diego Priario en los albores de las videocasseteras y que me hicieron conocer joyas de la fantasía como ese capítulo del bombardero al que le falla el tren de aterrizaje en la WW2, y cuyo artillero de panza es caricaturista) también me la contaron durante mi convalescencia y dice así:

En Santa Fé, una de las ciudades mas violentas de la argentina, operan a un adolescente muy pobre de apendicitis. Resulta que este pibito ya asolaba al barrio con pequeños robos y desmanes y se perfilaba como una gran delincuente de la nueva escuela, de esos que te matan por una lamparita de 25 watt quemada. Al menos ésa era la percepción que tenía la gente del barrio respecto del púber ya que conocían a su padre muerto y a su madre presa. El pibito vivía con la abuela que era pobre pero digna, y vivía angustiada y avergonzada por la imagen que tenía su nieto en el barrio. Cuando el pibe sale de alta del hospital no le queda otra que caminar las 52 cuadras desde el hospital hasta su casa, pero antes tenía que canjear un vale que le dieron en el hospital para retirar los antibióticos en una farmacia que le quedaba de paso. El pibe llega a la farmacia muy dolorido y le explica a la mina que lo atiende (que ya lo miraba con recelo por la ropa y la cara del pibe) lo que necesita. La mina no lo entiende porque el pibe no sabe expresarse bien, un poco por ignorante y un poco por el dolor. Este se frustra y le grita señalándose la cintura y extendiéndole el papel, que le dé las pastillas para la herida. El policía de la cuadra, contratado por los comerciantes para frenar un poco la ola de asaltos de la que eran víctimas ve justo la escena en que el pibito se señala la cintura frenéticamente e interpreta que es un robo a mano armada, por lo que saca su arma y entra a la farmacia dando la voz de alto. Apunta al pibe (lo conocía ya del barrio) y le ordena que suba las manos. El pibito se da vuelta y lo mira al milico sin entender mucho lo que pasa, pero sabe que no puede levantar las manos porque le va a doler la herida. Ya estaba doblado por el dolor y decidió que era mejor levantarse el buzo para mostrarle que estaba operado y que venía a buscar un remedio. Cuando mete una mano en la cintura recibe un balazo en el pecho que lo mata.

APENDICES (Sabía que iba a terminar poniendo esto)

LOWLIGHTS

El cagazo cuando me dijeron que me quedaba internado y me iban operar.
El dolor cuando se va la anestesia y uno despierta.
El boludo que se hacía el vivo y no me encontraba la vena para meterme el suero.
El comisario roncador que me tocó al lado la primera noche.
El enfermo de cáncer terminal muy terminal que ví en la guardia.
El boludo que se puso a gritar “policía, policía” la madrugada del martes.
Mi vieja que no me creyó que estaba anestesiado cuando la putiaba.
Mi vieja que invitó a Elio Truant a pasar un fin de semana a San Nicolás

HIGHLIGHTS

Toda la gente que llamó, ayudó y jue a visitar.
Elio Truant piropeando la enfermera delante de mi vieja.

5 comentarios:

Unknown dijo...

alvaro que loco y espero que estes bien... te mande un mail tambien
primero la historia del pescador mortal.
segundo quien es Elio Truant.
tercero la apendice no sirve para nada y a lisandro le dijeron lo mismo por la vesicula asi que cuidado!!!!!

Anónimo dijo...

pura fantasía, un gusto leerlo de nuevo después de la enfermedad. Me quedé loco, lo único que te pido por favor es que hagas de Elio Truant un personaje de tu blog, veo algo muy bueno ahí.
Si no lo usas para pescar, guardá tus chinchulines que necesito tiento para una número 5 que estoy tuneando, la quiero dejar como las de la época de Boyé

zamudio dijo...

Elio Truant es la zarzaparrilla, el givemecurry del asado. Cuando se te va la sorpresa de constantar que Elio Truant es un nombre de persona posta y no un golpe du karate o un trago (“dame un Elio Truant pero no le pongás tanto blucurasao que luego meo azul y del pedo que tengo pienso de que le pasé la tola por la canaleta a un pitufo vistes”) al ppio pensás que es un sopeti más. Pero luego mamita querida. Dejo eso como un dátolo más. Espero que el señor a cargo de este bloc se haga cargo y trace una semblanza justiciera de este gran sopeti que debería haber sido tanguero (por el tango, no por la tanga): “Elio Truant, el cálido de Pichincha”, ponele que podría haberse llamado.

Alvaro dijo...

Que lindo que comenten, así no me siento sola. Estoy bien, me duele u pco la cicatriz y el jueves hago la de equipo que se agarra a piñas en el partido: Me sacan los puntos HAHAHAHAHAHAHA!!!! que grasioso!
Comenten y díganme marta que me gusta. chau jeropas! cuiden el lenguaje.

Anónimo dijo...

alvaro, deja de nombrarlo a truant que es yeta, y cada vez que leo este blog me tengo que tocar un huevo.